sábado, 13 de enero de 2024

FANTASÍA

 
Poco a poco entreabriendo los ojos percibió una luz blanca y fría que le bañaba. Recordó aquellas noches de plata en la playa con nueve años en las que desnudos con su hermano mayor se dedicaban a dejar que la espuma del mar les acariciase con mil dedos las ingles y sus partes íntimas.
- ¿Te gusta, pequeñajo, cómo te acaricia el agua los huevos?
- Si Miguel, pero la cola se me pone dura.
- Y a mi también pequeñajo. Mira - y enseñaba orgulloso su aparato enhiesto.
- Miguel, ¿a mí también se me va a poner así de grande?
- Claro, si haces esto que te voy a enseñar muchas veces - y comenzaba a agitarse su miembro hasta que le empezaba a salir una cosa blanca que al caer al agua terminaba por confundirse con la espuma de las olas al romper.
La luz era tenue y a la vez áspera, no era nada acariciadora. Cerró los ojos para irse acostumbrando e intentó moverse pero un dolor agudo en el bajo vientre le detuvo en su intención. Intentó averiguar la razón de la punzada apartando la sabana que le cubría pero el brazo izquierdo le pesaba y dolía de una forma sorda, roma, constante.
- No, no, no puede moverse aún por si solo. Espere que venga un auxiliar para ayudarle. Tiene el antebrazo izquierdo roto y escayolado. Ahora vendrá el médico a informarle.
En aquel lugar olía a salud enfermiza, quizá fuese enfermedad saludable, no sabría decir, desagradable era. Poco a poco se fueron delatando pasos ligeros, entrechocar sordo de utensilios y ruedas deslizándose por el suelo. Murmullos ahogados y voces lejanas. No sabía que hacía allí ni como llegó. Hizo memoria intentando moverse pero el brazo derecho estaba uncido a un macarrón por el que se colaba en su cuerpo un liquido amarillo pálido.
De repente le vino un flash. Alguien de cuya cara resaltaba una dentadura blanquísima le sonreía e inmediatamente sintió tirantez en la entrepierna; encogió la musculatura pélvica y no pudo evitar lanzar un grito de dolor mientras la cara que sonreía se volvía sería y decía "jodete maricón" quiso tocarse, pero no se alcanzaba. Enseguida vino una chica.
- No se mueva usted. Aún no está fuera de peligro del todo.
- ¿Que ha pasado? No soy capaz de recordar nada, solo cosas inconexas y me duele todo.
- Están todos detenidos. Al parecer su último aliento le permitió marcar el 112 y le localizaron entre unos arbustos en el parque del Sur. No daban un penique por usted. Pero de eso hace ya diez días y al parecer se recupera.
- ¿A quien han detenido, y porqué?
- Los que le medio mataron y le provocaron tantos destrozos. Pero yo no le voy a decir nada. La cirujana se lo contará.
- Vengo ha cambiar la posición del paciente - un auxiliar de aspecto enclenque con unos ojos vivarachos e insultantemente turquesas llegaba a la habitación.
- ¿Te ayudo? - preguntó la enfermera.
- No, no, tú vete a lo tuyo, ya lo he hecho otras veces y estaba inconsciente. Gracias - la enfermera salió y el auxiliar destapó a Matías - ¡Vaya, vaya! - susurró cerca del paciente el auxiliar - debió ser una juerga épica. Nada menos que cinco, con las medidas que se gasta esa gente. Gozaste ¿eh, maricón?
- ¡Que dice! Ah, no puedo hablar, me duele la garganta, cómo que si gocé, si no se ni que hago aquí. ¿Que sabe usted que no se yo?
- Llámame Joaquín, o si prefiere me llaman Quinito, mi amigos. Al parecer, estuviste con cinco ghaneses, marineros de un portacontenedores, ya están detenidos, que se las gastan por los puntos que te han dado en el ojete muy serias.
Matías empezó a recordar más cosas y sin poder evitarlo su sexo aumento su volumen extraordinariamente. El auxiliar que se percató pasó la mano por encima y emitió un sonido de complacencia
- Aún tienes ganas, después de todo. Si quieres, cuando te den el alta podríamos quedar, yo soy más civilizado, aunque sin esos rabos.
- Tío, ¿Que tengo por ahí abajo, que me duele tanto? - preguntó muy bajito cuando entraba la cirujana.
- Salga, por favor - indicó educada y fríamente al auxiliar - Joaquín. Bueno, Matías, me alegro verle ya despierto. Le bajaremos a planta después de la analítica que le van a hacer ahora. Bien. Tiene el brazo escayolado porque cuando le trajeron presentaba una fractura de Colles. Tendrá que llevar la escayola cuarenta días y luego un poco de rehabilitación. Lo otro es un poco más peliagudo. Yo no voy a entrar en dilemas morales y menos aún que la policía sigue dilucidando si fue forzado o voluntario. Entró en coma por la sangre que perdió. A los Ghaneses se les conoce por sus tamaños macrosomicos y le destrozaron el ano. Costó reconstruirlo y no sé si se habrá dado cuenta que tiene una colostomía de descarga. Tendrá que tenerla unos seis meses hasta que recto y aparato esfinteriano anal esté restablecido y perfectamente funcional.
- Perdón doctora, pero diga usted a la policía que fue todo buscado y consentido.
- Acaba de salir del coma y la policía tiene pendiente tomarle declaración. Ahora les vamos a avisar.
- Aún no lo recuerdo todo bien, pero si, voy encajando las piezas. Creo que cuando venga la poli podré hacer un relato correcto. Los chicos que me "ayudaron" ¿estarán bien?
- Su barco zarpó ya. Ellos están en libertad con cargos en espera de su declaración.
- Los chicos no tienen ninguna culpa, fui yo...
- Las explicaciones mejor a la policía, Matías. Mañana pasaré otra vez a verle. Y ya sabe si necesita algo, habla con enfermería y ellos me localizarán.
Matías sintió como si de repente se aclarará el día. Se le despejó la mente. Los nubarrones que entorpecían la iluminación de su memoria se diluyeron y lo vio todo claro.
Estaba salido, como era su costumbre. Así rellenito sin caer en la gordura, las gafitas y cara de seminarista reprimido no le hacían blanco de demasiadas solicitudes. Para colmo no es que fuese pasivo es que le producía aburrimiento solo pensar que tendría que trabajarse un culo moviéndose hasta el clímax, cuando él lo alcanzaba poniendo el culete en posición y reposo absoluto y que trabajaste el otro que él ya sentía el gustito después de pasar unos pocos segundos de incomodidad penetrante. Soñaba que una verga de algún africano occidental le visitase, había leído que estadísticamente eran las más grandes y gordas. Pero eso era un albur. Paseaba por los muelles del puerto a veces con la ensoñación de que algún marinero le cazase como aquel cubano que le llevó a su carguero fondeado en el muelle Santa María y le folló con tanto arte que ni le dolió mientras le susurraba al oído "eres mi mariconcito español, mi amol" y no paraba de bombear muy despacio hasta que le preñó. Se corrió casi sin tocarse prácticamente al tiempo que el marinero y aquello fue el cielo.
Cerca del puerto existían unas defensas antiguas, de cuando aquel puerto de mar era estratégico punto de acceso a la región, Defensas de San Sebastián. Tenían justo por detrás un parque bastante frondoso que un prócer muy rico del S.XVII procuró a la ciudad portuaria con especies traídas de todo el mundo por su naviera y que mal que bien fueron aclimatandose. Matías solía ir a las murallas de San Sebastián para fabular con que de uno de aquellos barcos salía su cubano otra vez y le hacía tocar el cielo.
En aquella ocasión, salido como estaba no se le ocurrió otra cosa más que desnudarse, haciendo un hatillo con la ropa y pasear por el matacán de la muralla mirando al muelle. Vio, abajo cinco imponentes sombras hablando un idioma raro y se estremeció suponiendo que le violaban entre espasmos de placer.

- ¿Matías Martínez, es usted Matías Martínez Márquez? - el inspector de policía intentaba aparentar seriedad aunque se le notaba algo de animosidad - soy el inspector Sueiro y estoy a su disposición.
- Si. De momento sigo siéndolo. Le daría mi documentación pero no puedo moverme de aquí - ah, y muchas gracias por el ofrecimiento.
- Ya, ya. Tenemos su documentación. Le voy a hacer unas preguntas en el caso de presunta violación a la que fue usted sometido. Dígame, ¿que recuerda? Algo de los agresores o agresor, circunstancias, algo.
Matías se le quedó mirando como el que intenta hacer memoria. Apretó los labios, recordando y finalmente, mudó el gesto y estremecido por lo que acababa de recordar con una claridad aterradora,  contestó.
- Poco, la verdad. Estaba paseando por el matacán de la defensa de costa, observando el puerto con su nulo ajetreo a esas horas y sus luces rojas de señalización..., por cierto me llamó la atención un yate a vela que maniobraba para iniciar singladura y
- Por favor Matías, céntrese. No es eso lo que nos ha traído aquí.
- Perdón, estaba poniéndome en situación por si escuchándome a mí mismo se me hacía alguna luz. Pues estaba en lo del yate cuando alguien a mi espalda me hizo ver lo tranquilo de la noche y..., no sé, no recuerdo más que despertarme en esta cama

("Que tranquila la noche" - era un acento extraño con algún recuerdo caribeño - la frase era de una persona que al girarme, me sobresaltó, un joven de color muy negro, en el que lo único visible eran unos ojos grandes y blancos contrastando con su cara. Al sonreír una raya de blanquísima cal le iluminaba la boca. " Yo no conozco bien tu ciudad, pero a estas horas quizá estés buscando algo que yo podría darte" Ese acento que parece caribeño, - le dije -¿de donde ha salido? "Soy ghanés, estoy en un portacontenedores con destino a Dubai, mañana zarpamos. Salí de polizón en un carguero de bandera venezolana que atracó en La Habana, y en cuba me quedé dos años. Allí aprendí tú idioma" mientras hablaba se me acercaba con hábito despreocupado. Cuando estuvo cerca me tomó la mano y se la llevó a su bragueta. Fue impresionante lo que palpé "algo así estarás buscando" y mientras lo decía se echó abajo el pantalón de chándal. No llevaba más indumentaria debajo. Su rabo era para asustar, y entusiasmar. Me puso sus manazas en los hombros y empujó hasta hacerme arrodillar " Anda, mariconcito, disfruta de un hombre de verdad" Tildarme de 'mariconcito' como aquel marinero cubano, terminó de desarmarme. Que me hiciera lo que quisiera y de momento me atragantaba con sus buenas nueve pulgadas, gruesas, duras y calientes. Yo iba de náusea en náusea, babeando abundantemente y derramando las consiguiente lágrimas " yo me voy a beber esas lágrimas después de que tú te bebas mi leche" no paraba de empujar y empujar y yo de soltar moco por la nariz, me tenía completamente a sus pies. En ese momento, rendido como estaba quise que me follara, quería que me reventase el culo y en un descanso de dos segundos, le miré desde mi posición de entrega y le dije que me follara el culo. " Para eso mejor en ese parque que tenéis ahí detrás. Te desnudas como la puta maricona que eres y te ponemos el culo bien" ¿te ponemos, hay más gente? estaba desecho, solo sospechar que hubiese otro que me ocupase la boca mientras esté me tapaba el culo hizo que casi me corriese. Temblaba de excitación aunque la noche era templada.)

- Don Matías - el policía hacía sonar sus dedos delante de la cara para sacarle de su ensimismamiento - ¿ha recordado algo? se ha quedado usted como alelado.
- Será la medicación. Me tienen puesto un auténtico bombazo de analgésicos y sedantes. Usted perdone.
- Ha dicho que alguien tras de usted le hizo una observación.
- Si, si. Era una pareja ya metidita en años que me dijeron que estaban paseando por el parque y quisieron asomarse al puerto. Eran forasteros de visita turística. Por cierto, no sé si será cierto, pero me han dicho al despertar que hay detenido alguien.
- Unos marineros de Ghana, estaban por allí cuando le recogieron a usted.
- ¿Alguien de raza negra? No, no. Yo no vi a nadie así. Vamos, que no recuerdo nada.

("Vamos mariconcito, vamos al parque. Mis cuatro compañeros quieren estrenarse en tu ciudad, vas a disfrutar. Pero quiero que te desnudes, como la guarra que eres y vengas conmigo así, desnudito. Por si te ve alguien y te llama por tu nombre" Eso terminó de excitarme a tal punto que noté que al empezar a desnudarme y solo rozarme comenzó el orgasmo. Le dije que me estaba corriendo y empezó a azotarme con fuertes nalgadas lo que intensificó el orgasmo. Fui regando de leche el trayecto, porque no dejaba que me detuviese a disfrutar de mi inmenso placer, lo que lo aumentaba. Todas mis fantasías atesoradas durante años se hacían realidad. Menos mal que llevaba el móvil con un cordón para llevarlo en bandolera y no tuve que dejarlo atrás. Desnudo como una perra seguí al ghanés hasta el parque)

- Será entonces un caso de amnesia grave. Vamos a ver don Matías. Nos ha dicho la medica que le ha reparado los daños que eran tan disparatados que con toda probabilidad le han provocado una fractura no solo en su brazo, sino en su conciencia y esa parte no la recuerde usted nunca. Pero es un hecho innegable, por eso hablo con tanta seguridad, que en sus lesiones anales se ha encontrado ADN de los cinco marineros. Es decir, le violaron los cinco. Y no sólo eso, las marcas de mordiscos en los pezones. En el frotis de su garganta apareció ADN de tres de ellos. Fue usted, sin ninguna duda agredido sexualmente por los cinco. Dudo que con esas atriciones tan severas hubiese consentimiento. Pero lo meridianamente claro don Matías es que usted estuvo ahí, se acuerde o no.

(" Vamos mariconcito. Así desnudo, como las perras te vamos a disfrutar. Vas a gozar. Prepara tu coño" Se sacó su cinturón y con él me fue azotando el culo sin preocuparle mis quejas y gemidos, que además tenían la virtud de excitarme cada vez más. Cruzamos la calle húmeda del relente de la noche, me resbalaba hasta llegar al parque. Allí tras unos arbustos de lentisco, estaban sus cuatro amigos. Hablaban entre ellos en una lengua desconocida y en cuanto nos vieron empezaron a reír y festejar sacándose sus genitales. Uno de ellos, el más bajo de todos, que era más alto que yo, se desnudo por completo y se acercó a mi con una amplia sonrisa. Me hizo tumbarme en el suelo boca arriba y se sentó sobre mi cara y a restregar su ojete sobre mi boca. " Comele bien el culo a mi amigo, mariconcito, es lo que más le gusta antes de follarte")

- Por favor, señores, terminen que tenemos trabajo - Quinito acababa de entrar en la habitación dispuesto a movilizar a Matías -
Hay que cambiarte de posición.
- Bueno don Matías volveremos el lunes a ver si recuerda algún detalle.
- A mi me lo puedes contar - el auxiliar aprovechó que se acercaba a Matías para preguntar - ¿tenían buen rabo los negros?, te hicieron gozar mucho, ¿verdad? A mí me hubiera dado algo malo. ¡Y nada menos que cinco pollas!
- Si tantas ganas tienes, acércate al muelle Santa María cualquier noche y verás.
- No, gracias, ya me han jodido bastantes veces por allí y no por el culo, precisamente. Me apalizaron tres niñatos que me engañifaron con sonrisitas. A mí, una maricona que se precía no era cuestión de despreciar ese caramelito. Pero le cogí el nabo a uno, nada especial. Luego me dieron la del tigre, me lo quitaron todo y me dejaron ahí tirado. No gracias, yo a esa muralla no vuelvo a ir.
- De todas formas, a mí fue en el parque. Y no fueron los pobres marineros que solo hicieron lo que yo estaba deseando, dándome bien fuerte por arriba y por abajo. Lo que pasa es que estaba yo tan ricamente tomando de uno y otro, que hay que ver qué aguante y que vitalidad tienen estos africanos, cuando apareció una pareja de tíos bien borrachos. Empezaron a incordiar y no dejaban a los chicos follarme (bueno, y follarse entre ellos, que me di cuenta) queriendo meter baza. Se sacaron sus rabos y querían. Uno de ellos lo consiguió pero se le bajaba, así que los marineros los echaron. Total que se cortó el rollo y los negros se largaron. Y nada más irse, los cabrones esos volvieron y ahí empezó mi agonía.
- Se lo has dicho a la poli ¿no?
- No, Quinito, no. Les conozco y no puedo decirlo.
- ¿Porque? Maricón.
- Porque son los dos primos y sobrinos míos. Los he visto nacer a los muy hijos..., de mis hermanos.
- ¿Pero, no te conocieron, no les dijiste nada?
- No podía. Para mi familia soy un soltero misógino. Estoy en el fondo del armario. Y allí, desnudo, con casi ninguna luz, no me conocieron.
- Y ahora van a cargar con la culpa los pobres marineros ghaneses. Pues no puedes consentirlo.
- No sé que voy a hacer.
- Pero bueno, venga, vale, cuenta, cuenta. Aparte de los cabrones de tus sobrinos. Los dioses de ébano. ¿Que te decían, como te entendías? y sobre todo, lo mejor, ¿Que tal follaban? con ese ritmazo que tienen en el body los negros.
- Hablan todos inglés y aparte, a veces, cuando más entusiasmados estaban hablaban otra lengua. Nelson, que era el de Cuba me traducía lo de su idioma. Lo que decían en inglés más o menos. Digamos que el inglés de follar es universal, a poco que hayas visto un poco de porno, ya sabes. De todas formas su idioma que creo que se llama Ewe, por lo menos eso dijo Nelson no debe tener palabros para picardías. No existe una palabra para maricón o polla y usan la del inglés. Verás, había uno que se llamaba Gedeon que se entusiasmaba mucho metiéndola y entonces hablaba en su idioma pero me parecía entender palabras como dick o faggot, y al preguntarle a Nelson pues me lo confirmaba. Pero tío que bien follan con esos rabos tan grandes, con que suavidad y a la vez con que contundencia. Uno, Amos, era, que se me corrió en la garganta un par de veces. Me ahogaba pero no entiendo cómo me cupo ese pedazo de carne tan dentro, sentí como me atravesaba el fondo de la garganta y entraba tan profundo. Me hacia tanto bulto que no me dejaba respirar, pero la sensacion era la de estar atragantado, menos mal que se corría rápido, pero me ha dejado un dolor de garganta tremendo. Quedé encantado, lástima de los cabrones de mis sobrinos que aparecieron por allí. Llevaban un bate de beisbol. Yo estaba muy abierto de tanta polla y cuando ahuyentaron a los negros amenazando con llamar a la pasma me dijeron de todo. ¡Que cabrones! y dándoselas de machitos heteros cazando maricones. Se la tuve que mamar a los dos y luego..., - Matías se quedó callado saltandosele las lágrimas.

(" Nos vamos, mariconcito" Nelson estaba contrariado " pero ese par de hijos de puta acabarán por alertar a la poli con sus voces" De pronto sentía frío, los marineros también daban calor en la madrugada fresca. Los dos gamberros se acercaban y sentí miedo de lo que pudieran hacerme, uno de ellos llevaba en la mano una especie de palo grueso. No tendrían más de veinte años. " Te han dejado sola eh maricona, ahora a ver quién te folla. Pero mira ese bate tiene buen tamaño. Con esto vas a gozar más que con esa basura con la que estabas liado" Vi que se acercaban y materialmente me cagué. Tenía el culo muy abierto de los negros y no pude contenerme. La mierda me corría por las piernas. Había visto el bate y supuse que querrían hacerme, pero lo que realmente me horrorizó fue reconocerlos. Bajé la cabeza en la idea de que la falta de luz y no abrir la boca no me darían a conocer. Yo siempre en el armario y me iban a sacar de él a empujones salvajes dos mierdas de sobrinos. Se sacaron sus miserables pollas y me las enseñaron con orgullo, como si me fuesen a entusiasmar. Luego me las ofrecieron, las mamé sin rechistar y se corrieron como conejos. " Ahora te toca disfrutar a ti" Sabía que iban a hacer, confiaba en que el ano tan dilatado facilitase la violación. Cuando me di la vuelta y olieron la mierda se cabrearon de tal forma que con saña me metieron el bate con mala leche. Sentí desgarrarse las tripas y eché mano y lo arranque, en ese momento, no sé cuál de los dos me dió en el brazo con el bate y me lo rompió. Y me desmayé, no sé si de la sangre que salía del culo o del dolor de la rotura del brazo. Me desperté y sentí aún colgado del cuello el cordón del móvil. Marqué el 112)

- Luego eso cabrones, bueno ya sabes lo que han tenido que reparar. Y no me extrañaría que un día de estos aparecieran por aquí. Ahora viene lo peor, dar explicaciones, salir del armario para exculpar a los pobres marineros y que sigan con su vida y no saber quienes fueron los agresores. Mis hermanos no soportarían una verdad como ésta.
- Pues yo cantaba la gallina. Que salgan del armario ellos también o que los enchironen por mierdas.
- Que va.  Con que la familia se lleve un palo, el mío, nunca mejor dicho, es suficiente. Cuando todo acabe y se calmen las aguas, ya me las tendré con ese par de julandrones.

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