domingo, 15 de octubre de 2023

EL CONFESIONARIO (IX)

 

Desnudo, de rodillas recostado sobre la pierna de su padre general de la orden y embargado de lujuria no sabía que iba a ser disciplinado físicamente por el fraile de ojos azules que le recibió y parecía nervioso. Olía desde esa posición humillante el aroma a sudor de macho del padre Amado y veía como tras el escapulario que colgaba por su regazo palpitaba lo que debía ser un soberbio miembro. El padre Amado acariciaba con firmeza el trasero de Pedro insinuando de vez en cuando el canto de la mano por el pliegue en el que se alojaba el ano.
- Tienes una piel muy fina, suave y caliente, y se nota que has mancillado repetidamente tu sucio orificio. El hermano Ramón tiene permiso para hacerte sentir el castigo por tu bien. Quizá te duela, pero más ha de dolerte el haber rechazado tan violentamente a un hermano. Por cierto, ¿como evitabas que saliese eso que te metías por el culo, sucio de mierda?
- A veces - Pedro hablaba con la cabeza humillada entre las piernas de Amado - me lo sacaba manchado...,
- Y qué hacías, sigue hablando - levantó la voz como nervioso - ¿lo chupabas, eh, lo chupabas, cerdo?
- Lo olía, padre, lo olía y..., - a Pedro le daba vergüenza decirlo.
- ¡Habla, perro! - y gritando esto fray Ramón propinó el primer latigazo.
- ¡Si, lo diré! - gritó mientras daba un respingo en respuesta al castigo - lo diré.
- Di lo que hacías Pedro - y con la mano que acariciaba su trasero tomó por la nuca al chico y la dirigió a su entrepierna hasta hacerla rozar con su dureza.
- La olía y me excitaba tanto que aunque viniese de correrme en la capilla sentía deseo de correrme más veces - fray Ramón volvió a administrar castigo con la disciplina. Pedro dió otro respingo de dolor pero sintió una punzada en su capullo de inexplicable placer - y el día que se me ocurrió pasar la punta de la lengua y sentí el sabor amargo tan excitante tuve el orgasmo más intenso.
- Dime novicio pecador, merecedor de todo castigo. Fray Ramón - se dirigió Amado al poseedor de la disciplina - no deje de castigar a este guarro del diablo. ¿Porqué te lo mereces, verdad? - dijo el padre Amado aumentando la presión sobre la cabeza de Pedro para hacer un contacto más estrecho con su miembro.
- ¡Si, Padre, me lo merezco! Soy un guarro sin perdón. Y tú fray Ramón no tengas piedad y azotame para que sienta el castigo merecido - y al decirlo sintió un inexplicable placer en saber que iba a ser castigado.
Y nada más decir esto abrió la boca y busco la tersura caliente del capullo de fray Amado. Se la metió en la boca y chupó como si fuera una golosina. La primera vez que hizo una felación fue a su abuelo y él le fue indicando la mejor manera, la que más placer diese al otro. Aplicó esos conocimientos a la mamada al padre general haciendo que llegase lo más hondo posible. Al tiempo sentía los latigazos en el culo que se había insenbilizado y a cada uno que recibía le vibraba su propio miembro, de forma que no hubo necesidad de tocarse. Empezó a correrse justo en el momento que lo hacía el padre Amado. Tragó como le dijo su abuelo, saboreando el semen sin dejar de acariciar con la punta de la lengua el frenillo.
- Deja de golpear ya fray Ramón. Este novicio perverso ha puesto el suelo perdido de su asqueroso semen y tiene que recogerlo..., con la lengua. Y tú prepárate para darle después un placer celestial. Le vas a sodomizar como tú sabes hacerlo.
Amado se levantó de la silla y salió de la estancia.
- Supongo que tendrás el ano bien dilatado, yo no la tengo pequeña - se agachó fray Ramón al lado de Pedro que había quedado rendido en posición de oración postrada con el trasero en pompa - pero dime, alguna vez hiciste algo más que pasar la punta de la lengua por el instrumento con el que te sodomizabas.
- ¿Algo más? - se incorporó hasta quedar sentado al lado de fray Ramón - me obsesionaba. Un día me atreví y me lo metí entero en la boca tal como lo saqué del culo. La intensidad del placer obtenido me llevaba a retos mayores. Hubo un momento en que vigilaba quién iba al retrete y le seguía. Luego una vez se iba miraba a ver si quedaba algo, lo cogía con las manos y mientras una iba a la boca la otra daba placer al miembro. Llegó un momento que si no era así no alcanzaba ningún placer. Soñaba con limpiar el culo a algún novicio usando la lengua en lugar de papel.
- Entonces no entiendo porqué te negaste a chuparle el rabo al novicio que te lo pidió.
- Aparte de que es un gordo seboso desagradable, en ese momento yo nunca se la había chupado a nadie. Si me lo hubiera propuesto fray Roberto, el vicemaestro de novicios, no habría dudado. Es tan delgado que parece estar enfermo. Unas cuantas pajas de celda han sido a su salud
- Pues para no habérsela chupado a nadie al padre general le has dejado muy satisfecho.
- Bueno, es que ahora sí he tenido experiencia.
- Pero si llegaste del noviciado hace tres días.
- He tenido un curso acelerado. Se la he chupado a mi padre, a su novio y a mi abuelo, que es el que realmente me ha dado las claves de una buena mamada.
- ¿Quieres que me crea que has hecho incesto con tu padre y abuelo?
- Y con mi madre. Aunque es ella la que me la chupa a mi.
- Realmente eres un degenerado y un mentiroso ¿Quieres que te sodomice, de verdad?
- Si antes me ayudas a limpiar mi leche con la lengua y me dejas que pruebe contigo lo que es comerme el culo de un hombre.
- Eso, esta noche en la celda. Cagaré delante de ti mientras me la chupas y me limpiarás con la lengua el culo y ya veremos qué sucede. Me va a gustar follarte. Cuando te he visto en la cancela no se que me ha entrado. Si no es por la presilla se me sale el rabo.
- ¿Tu se la has chupado al padre Amado?
- Como todos aquí, y mira - se dió la vuelta y le enseñó el trasero a Pedro - le pone de mal humor que no sepan hacérselo y castiga con la disciplina, por eso tengo las cicatrices. Me ha extrañado que no protestase, por eso te he preguntado.
Pedro había empezado a recoger su semen con la lengua.
- Venga Ramón, ayúdame, he echado mucho y luego se hace agua.
- ¿Ya lo habías hecho antes?
- Siempre que me corro en la celda, me gusta hacerlo y me excita para seguir pajeándome. Raramente me conformo con una sola. Lo de ahora ha sido especial entre la mamada de Amado y tus azotes he disfrutado casi tanto como con la mierda.
- Eres un cerdo ¿Lo sabías?
- Si. Y eso me pone cachondisimo.
- Fray Ramón - el padre Amado acababa de regresar - ¿aún no ha sodomizado en castigo a este novicio?
- Ahora mismo. Estaba dando lugar a que recogiese lo que había ensuciado. ¡Venga, tú, cerdo, prepárate para recibir tu castigo!
Pedro se puso a cuatro patas, se dió un poco de saliva y fray Ramón no sé anduvo con florituras, apuntó y de un golpe de caderas enterró el miembro en el cuerpo de Pedro que emitió un gemido que podía ser de dolor o placer, pero a medida que el fraile bombeaba bajo la atenta mirada de fray Amado su pene iba adquiriendo firmeza y dureza. Al poco Pedro dirigió una mirada suplicante al general.
- Padre, me voy a correr si usted da su permiso y fray Ramón sigue empujando con tanto saber.
- Y yo, padre Amado, me voy a venir, por favor. Lo hago dentro, o fuera.
- No doy permiso para más porquerías. Ya está bien. Vestirse los dos y a capitulo.
- ¿A..., a capitulo? padre, ¿a..., capitulo? Padre, yo le juro - fray Ramón estaba arrasado con la voz vacilante y temerosa.
- Usted, no jure. ¿Otro pecado? Se ha entregado a la lujuria, se a atrevido a gozar por encimia de todo - hizo una pausa para dar dramatismo - a capitulo los dos, en la cripta.
Fray Ramón se arrodilló llorando sin consuelo con la frente en el piso y las manos ocultando su cabeza rogando piedad.
- Tú, niño libidinoso - se dirigió a Pedro con desprecio - ayuda a tu novio a comportarse como un hombre. Poneos el hábito de una santa vez y a la cripta.
- ¿Mi novio, padre? yo, yo...
El padre Amado se dio la vuelta y seguido por dos acólitos que le acompañaban siempre callados pero con ojos como carbones encendidos y labios brillantes de saliva desbordante salió de la habitación.
- ¿Porqué ha dicho eso de novios? Yo no soy novio de nadie. ¿Y porque te has puesto así por lo del capítulo y te has desecho cuando a mencionado la palabra cripta.
- Tu no sabes nada. La cripta para capítulo secreto - Ramón tenía la cara desencajada y la vista perdida en el vacío. La cara demacrada como el que lleva días sin comer - ese olor a humedad lóbrega, a establo sucio y ambiente irrespirable...
- Pero qué. ¿Va a ser una ejecución o algo para que te pongas así? 
- Parecido. He participado en un capítulo en cripta. Somos treinta y seis hermanos en esta casa. Los treinta y seis participamos en..., no sé cómo llamarlo. Para todos tú y yo ya somos peor que la peor mierda y nos lo van a hacer saber.
- ¿A base de insultos y castigos o así?
- Literalmente a base de mierda. Los treinta y seis bajo la atenta mirada de Amado nos van a cagar encima. En el centro de la cripta hay una especie de sumidero del tamaño de un hombre acuclillado cerrado por una reja con un orificio. A nosotros nos inmovilizarán, ya verás de que forma más cruel en ese agujero. Somos dos y estaremos más estrechos, no nos podremos librar de nada.
- Pero cagar, cagar. De caernos encima la mierda.
- Efectivamente. Ataran el escroto a una argolla en el fondo del sumidero, que no podamos levantarnos, las manos atadas a la espalda y un gancho de nariz tenso con el otro extremo al ano con un gancho de bola para obligarnos a recibir la mierda de los treinta y seis en la cara.
- Al menos no nos mearan.
- Antes de cagarnos nos mearan, uno por uno.
Pedro se imaginó la escena y sintió una vaharada de placer. Empezó a empalmar ante la atónita mirada de fray Ramón que no quería dar crédito a sus ojos.
- ¿Te excita todo lo que estoy contando? Eres un degenerado y te costará el macho cabrio. Si después de tanta agonía de mierda y castigo ven que encuentras algún tipo de placer, te considerarán una criatura diabólica infernal y te harán copular con el diablo. Un macho cabrío especialmente enseñado desde chico te follará el culo una y otra vez hasta que se canse.
- No me digas eso que me corro de gusto.
- ¡Eres el diablo! - Ramón se separó instintivamente apartando la vista de Pedro y volviendo la cara - eres el diablo - gritaba una y otra vez.
- ¿Que sucede aquí? - a las voces de fray Ramón acudió un fraile mayor, canoso - ¿Quién llama al diablo?
- No, no - Ramón, aterrorizado señalaba a Pedro - él es el díablo, es el diablo. Mirale el sexo, es un súcubo lujurioso. Le he dicho que le iban a dar al macho cabrío y me ha dicho que es lo que desea. ¡Es el díablo, hoguera con él, hoguera!

- Hijo, hijo, despierta ya, despierta, es una pesadilla, solo eso - la abuela Maite zarandeaba a Pedro para despertarlo - y tienes que ir a confesar. Mañana vas al noviciado. Despierta hijo.
- Abuela, abuela, que pasa - Pedro se sentó en la cama restregándose los ojos - que horror que pesadilla más mala.
- Hala, arriba y date una buena ducha de agua fría. Por lo grande que la tienes si, la pesadilla tiene que haber sido horrible.
- Perdón abuela, no se -Pedro comprendió que aún conservaba la dureza que adquirió durante el sueño y se tapó con las sábanas enrojeciendo de vergüenza.

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