domingo, 1 de julio de 2018

DESPUES DE LA RUTINA, LA RUINA


Me despierta con sobresalto incluido, mi mujer. Dice algo como que siempre seré un aburrido y me empuja a la cama. Me lavo los dientes con desgana al tiempo que resuena en mi memoria un onirico..., "en tu casa o en la mía" lo olvido y me encamo.
Di muchas vueltas, notaba el roce calido de Marisa, me acerqué beligerante y ella me rechaza con un "¿tu no sabes la hora que es?" Le doy la espalda y me digo en esa frontera de la conciencia en que no estás ni dormido ni despierto, "debí dejar que me la mamase David", Marisa contestó un "que dices" y yo ya estaba dormido. Pasé mala noche y a las seis ya estaba en pie y a las siete entraba en el despacho de mi servicio. Puse en orden lo atrasado y a y media bajé a la cafeteria.
No mucha gente. Me quedo en la barra y pido el cafe con un suizo. Y en esto que aparece David: Como está el jefazo hoy y la carcajada suave que acompañó la frase, sin saber cómo tuvo la virtud de sacarme de dentro un optimismo que no tenía idea que tuviera. Pronto vienes tú a trabajar, no te parece David. Mas bien que tarde es ya para irme, espero el relevo y a casa, he tenido una jodida guardia. Dormiré algo y luego a ver que hago, puede que vaya al cine, no se. Vienes al cine esta tarde, le preguntó con  descaro a Fernando. ¿Pero es que este chaval no tiene limite? pensó Fernando, y aún así sintió una sensación de plenitud, como de reconocimiento de la propia valía, pero su rol en ese momento no era el de agradecido interlocutor, aunque se percató en un instante que no le hubiera desagradado sentir el roce de sus labios sobre los suyos. Al darse cuenta de la brecha de seguridad en su identidad rapidamente se recompuso y contestó con un airado "¿donde vas?" que a él mismo, al escucharse le sorprendió. David no turbo el gesto aunque esbozó una sutil sonrisa medio entornando los ojos y pasandose la punta de la lengua por los labios susurró muy quedo para que el cotilla de Raul tras la barra no se enterase: "me produces ternura. Resistete pero tú mismo sabes que tienes la batalla perdida" enarcó las cejas, amplió la sonrisa se dio media vuelta y se fue.
Dejé el café a medio terminar. Ese chico tenía la virtud de sacarme las cabras del corral. Que coño se habría creido el niñato.
A media mañana mi eficaz momia particular me dice que ha llamado un residente de Infeccioso, "David, dice que se llama" ha dejado su número, que usted le dijo que llamara para dejarlo. Me quedé congelado como el fotograma de una mala pelicula de espias. Transcurrió una eternidad en la que tuve tiempo para evaluar como reaccionaba. El descaro de ese chico rayaba el codigo penal, y sin embargo me gustaba, en lo más hondo el descaro y eso mismo me irritaba. "Pasemelo" intenté adoptar un tono neutro, de nula importancia, pero tuve la necesidad de explicar, y no se porqué, David daba su teléfono. "Quiero tenerlo localizado, tienen en aislamiento un paciente que me interesa"
De forma totalmente inadecuada, incorporé el numero a la agenda de mi teléfono y le envié un whatsapp pidiendole explicaciones muy cabreado. Le amenazaba incluso con la comisión de ética. Una vez enviado durante cinco minutos no solté el celular esperando respuesta y como no la hubo colegí que se había dado por enterado de mis amenazas y las había tomado en consideración. Con el teléfono en la mano comienza a campanillear, Marisa; "Fernando, te importa comer en el club voy con Mercedes y las otras a una subasta benefica y luego iremos al cine. Pero no llegaré tarde a casa" Le contesté que de acuerdo y ella me dijo que era un sol, lo de siempre; si le hubiera puesto alguna pega habría sabido lo que era una bandera de la legión cabreada.
Fue colgarle a Marisa y recibir un whatsapp de David. Sentí que se me enfriaba la cara y la boca del estomago se me subía a la garganta. Empecé a temblar y a transpirar a un tiempo. La pantalla me tenía hipnotizado, no podía apartar la vista, negandome a creer lo que veía; un GIF del propio David en el que aparece desnudo cubierto por una toalla que cae poco a poco dejando insinuar lo que no se termina de ver. Y un mensaje "venga, ¿nos vamos al cine esta tarde o no?"
Sentía que estaba aprisionado y lo peor es que estaba encantado de estar en esa prisión. Mirando fijamente el telefono no era capaz de decidir si responder con otro whatsapp o hacer una llamada de voz. Finalmente sin pensarlo absolutamente teclee un mensaje. "Quedamos a la hora del aperitivo donde el otro día. Te invito a comer a mi club, luego ya veremos"
Pulsé send y me quede esperando. No hubo respuesta inmediata. Al cabo de poco un ok y un emoticono de un besito volvió a iluminar la pantalla. Pensé que David tenía una inagotable capacidad de sorprenderme. Esos emoticonos no los usaba ni mi mujer; y al tiempo que me indignaba me halagaba, tal es la capacidad de narcisismo que poseemos.
Transcurrió la mañana con la espesura de un puré de patata espeso. No avanzaba, el tiempo era de plomo y deseaba que llegase la una de la tarde, pero el reloj era cruel y se negaba a mover sus saetas.
Al fin me vi en la barra del bar donde nos vimos por última vez. Estaba dando el primer sorbo a mi cerveza cuando apareció David acompañado de una chica no muy alta, delgada de buen tipo a la que llevaba cogida de una forma muy erotica por la cintura. Será cabronazo, pensé, resulta que tiene pareja, aunque podría ser su hermana. Se acercaron con la sonrisa pintada en la cara. Don Fernando, le presento a Julia, mi novia, ah, estupendo, repuse, viene a  comer  con nosotros al club. David hizo una mueca de contrariedad, Julia es titular de un juzgado y está de guardia. La jueza se disculpó, me tomo una caña y una tapa de algo y esa va a ser mi almuerzo. Tengo esperando un detenido para tomar declaración. Lo siento de veras le contesté aunque sin saber cómo en mi fuero interno respiré aliviado.
"Bueno, ¿y qué, colega?" así de suelto de cuerpo me soltó en cuanto su novia salió por la puerta del bar. Esa forma de preguntar, clavando sus pupilas en las mías, dibujando una sonrisa franca en sus labios y enseñando una imperfecta hilera de blanquisimos dientes. Le pregunto por esos incisivos algo montados y sonrie aún más mientras me dice que tiene fobia a la silla del dentista. "Pero vamos a dejar de hablar de mi boca, Fer, ¿te puedo llamar Fer?" no tengo idea de por qué no me importaba el trato de aquel crío que no llegaba a los treinta. Y no, no tenía intención de tener sexo con él, sencillamente me sentía bien a su lado; su espontaneidad, su descaro infantil, su falta evidente de maldad eran el reverso de lo en que yo me había convertido sin darme cuenta. Me habría gustado abrazarle, y besarle inocentemente, como al hijo que me hubiera gustado tener, pero me incomodaba y asustaba a la vez que visualizando ese abrazo en mi mente, mi cuerpo reaccionase como lo hacía.
No entiendo nada David, le encaré como si fuera un pupilo del que me sentía responsable, ¿a que juegas? me citas, intentas ligarme, me confundes y me presentas a tu novia; ¿novia, de verdad? Julia es una chica encantadora y además hacéis  una pareja que da envidia, pero entonces..., me puedes decir... Y me interrumpió poniendome dos dedos en los labios. Fue algo tan evidente que me dio la impresión que se hacia un silencio espeso en el bar o eso era lo que yo esperaba cuando a continuación me besase los labios dada la forma de clavarme su mirada en la mía. Pero fue solo un instante el preciso para decirme con media sonrisa: eres un puto carca, que nunca has sabido disfrutar de lo que la vida te ha ofrecido. Y sin dejarme defender cambiando el tono grave me soltó que si le iba a llevar a ese club tan exclusivo para triunfadores a comer.
Me tenía colado, y lo peor es que él lo sabía. Era su juventud, su medida irresponsabilidad, su innnato optimismo, su frescura. Aquella que yo tuve y no supe aprovechar y ahora no habia marcha atrás salvo tener cerca a aquel muchacho y poder participar de algo de su envidiable inmortalidad.
¿Y si en lugar de al club, vamos a casa y relajadamente charlamos? lo intenté.
Me contestó medio escandalizandose de que me lo quisiera trajinar: si quieres que vayamos a tu casa, antes vamos al club, que nos vean juntos; el morbo es primordial, ¿ves como eres un carca? y desde luego si quieres que nos quedemos solitos, en mi casa.
Me manejaba a su antojo y lo peor es que me encantaba, pero mientras pudiera no debería ser evidente. Me disponía a poner cara de jefe de servicio cabreado para cortar de raíz el tsunami que se me cernía cuando escuché una voz familiar.
¡Fernando! también tú has decidido venir aquí, y dirigiendose a David le dijo como si le conociera de toda la vida, las tapas son de tres estrellas. Mi mujer con sus amigas coreandola me dice: bueno, presentame a éste buen mozo, y David se presentó solo dando a cada una de las mujeres  cálidos besos: soy nuevo en el servicio de Don Fernando, mintió, y me ha invitado para conocerme  mejor.
Mi mujer rapidamente me dijo que teníamos que organizar una cena en casa e invitar a David, "con tu mujer, no, será tu novia, eres muy joven, porque ¿tendrás novia? un chico así de guapo no puede estar solo" David contestó que se acababa de ir y que por supuesto aceptaba cuando Don Fernando estimase oportuno.
Se despidieron las mujeres, "esta reunión es de mujeres, nada más, asi que nos vamos"
Nada mas irse, se me acerca David y susurrando, de forma dura me escupió en la cara: "con ese pedazo de mujer que tienes andas por ahí flirteando con un chaval como yo"
Y sin más explicaciones, se dio media vuelta y se fue.

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