sábado, 18 de mayo de 2024

EL DIRECTOR (II)

 

Habían pasado casi tres años y Pedro a sus recién cumplidos dice se sentía muy seguro entre las paredes del internado.

Al curso siguiente de aquella nochevieja en la que Don Jacinto sugirió a Pedro padre la conveniencia de que su hijo estuviese en régimen de internado, Pedro empezó curso de interno. Se salía de allí unas horas el domingo por la tarde y en cada vacación. La disciplina era estricta y los castigos corporales pactados con los padres. Consistían en lo que entre los cuidadores comentaban entre ellos como el vicio inglés, Pedro no supo de que se trataba hasta bien entrado el curso.
Ahora ya sintiéndose de los mayores y pudiéndose acariciar las cicatrices de su culo iniciaba curso. Por ser veterano le correspondía habitación de seis, tres literas con tres taquillas y tres sillas eran todo el mobiliario. Los más novatos dormían en un gran dormitorio corrido donde armar un poco de jaleo sería más complicado. La única preocupación era ¿con quien tocaría compartir cuarto.
Llegó a la habitación 1.6, la sexta del primer piso y ya estaba allí Rubén. Rubén era un chico tímido por torpe de buena altura y un poco metido en carnes por su afición a los azúcares, pero buena persona.
- Hola Rubén. Aquí estamos otro curso más. Que tal tus vacaciones, las mías, bueno, bien, con mi tío Bernabé en la montaña.
- No has ido a la playa entonces. Yo si, estuve con mis padres un mes en la costa. Un poco aburrido, pero en el hotel había buffet libre de pasteles y bollería y me he despachado a gusto, eso sí, habré cogido dos o tres kilos.
- O cinco o seis, Rubén joder que se te notan los kilos, la leche. Así vas a ligar poco y a pajas tu solo te vas a encanijar. Bueno, sabes quienes son los otros cuatro.
- Se que uno es Sergio, el cabrón ese y otro su inseparable Toño comiéndole todo el día el culo y riéndole las gracias. Los otros dos ni idea.
- Esperaremos a ver. Yo me pido la litera de arriba de la ventana y tú la de abajo, así, si me meo te cae encima.
- No sé yo quien es más cabrón si el Sergio o tu.
Pedro se abalanza sobre Rubén le sujeta con facilidad desde detrás por el cuello y le hace sentir su dureza inmediata consecuencia de la violencia. Le habla en susurró a la oreja.
- Te gusta lo duro que lo tengo eh, mariconcito.
- Joder, Pedro, ya está bien. Sabes que no me gustan estas tonterías.
- No te gustarán pero a ti el rabo se te pone duro.
Pedro había llevado su mano derecha, liberando presa, al paquete de Rubén evidenciandole que se había empalmado, momento en el que el chico pudo liberarse de la presa de Pedro mandándole al suelo de un empujón. En ese momento se abrió la puerta de la habitación.
- Hola. Nos han mandado aquí. Yo soy Nicolás y éste que no conozco de nada, Martín.
- He llegado cuando él y nos han emparejado. ¿Somos seis por lo que veo? Y..., el baño fuera..., vaya mierda.
Nicolás era un chico vivo de ojos negros y grandes, una mata de pelo azulada de negra que era muy abundante y despeinada. No muy alto de talla y fibroso. Martín, sin ser gordo, era macizo y rubiasco de ojos pequeños y turquesas. Miraba atravesado como si se le estuviese debiendo la vida. La mirada de Nicolás era limpia y franca.
- Pues agarrate que viene curva.
A Pedro no le sentó muy bien la afirmación de Martín.
- Faltan las joyas de la corona, la soga y el caldero, Sergio y su escudero Antonio. Ya los conocerás. Nos vamos a echar unas risas.
- Y vosotros, ¿qué, novios, no? cuando hemos llegado estabais por los putos suelos bien revueltos. 
- Tío, Martín, ya veo que vas a hacer muchos amigos aquí. Entras insultando a todo el mundo.
- Tú, Nico, a lo tuyo, seguramente que a ti también te gusta el aliento en la nuca. Nos iremos conociendo.
- Mira, tú, pedazo de cabrón, mi amigo Pedro y yo, no somos novios ni nada de eso, pero si así fuera, tú te metes en tus asuntos, salvo que estés poniendo en onda tu radar a ver con quién puedes apañarte.
- Yo no he tocado un rabo, salvo el mío en toda mi vida.
- Pues que quieres que te diga, Rubén y yo nos hemos pajeado ya un par de veces juntos y eso no nos hace más maricones que tú que presumes de macho. 
- ¿Os pajeais juntos?
La cara de Nicolás se iluminó.
- Yo también lo he hecho con amigos en mi pueblo y me cortaba porque no sabía si eso era de maricones.
- Joder, vaya panda de bujarrones me ha caído. Ya os lo aviso, como alguno me meta mano por la noche, le arranco la cabeza. Avisados estáis.
Martín lo dijo elevando la voz para dejarlo bien claro mientras se dirigía a la litera del otro extremo de la habitación.
- Yo me adjudicó ésta de arriba.
Estaba el ambiente tenso como cuerda de violín cuando se abrió la puerta y entró D. Jacinto con un chico alto de pelo rojo como el fuego y ojos azul oscuro.
- Ya se que algunos creíais que en esta habitación iba a estar Sergio y Antonio, pero como yo sé cómo son Pedro y Rubén y hay dos nuevos, Martín y Nicolás, os traigo otro nuevo, al que espero que tratéis como yo esperaría que os tratasen a vosotros si estuvieseis fuera de vuestra tierra. Este es Clint McRoy, alumno de Edimburgo. A su padre la empresa le ha trasladado de forma urgente para hacerse cargo de la filial y Clint ha caído por aquí. Aquí tendrá que aprender el idioma y espero que vosotros le ayudéis. Otra cosa, y ojito con lo que voy a decir. Clint es gay y es lo primero que me ha encomendado su padre que no quiere que se oculte en absoluto su condición. Y esas risitas, tú Martín si no te las quieres tragar ya estás abandonandolas. Clint es gay, no es maricón, eso me lo dejó muy claro él y su padre. Ahora, decirle donde tiene que dormir. En esta habitación no se va a acomodar a nadie más. Espero que os comporteis. Tú, Pedro, digamos que vas a ser su alumno sombra. Hasta que empiece a entender lo que se le dice tú estarás ahí para apoyarle y defenderle si hiciera falta
- Hi guys
- Este bujarrón se ha creído que somos todos gais. ¡Joder! si ya me habían dicho que este antro estaba lleno de maricones.
- Martín, listo, no se de qué colegio vienes, pero Rubén y yo, en este ya tenemos sabido diferenciar gay de guy. El chaval ha dicho "hola chicos". Hi, Clint. 

Vaya habitación que nos ha quedado. Yo que sigo soñando con que alguien pase por el servicio de patio posterior y me use de alguna manera, y a ver si esa manera es con un rabo como el de mi padre que se me pegue al culo. Desde luego si quiere entrar que sea como el año pasado. ¿Quién sería? Me dolió, joder, pero que morbazo, sentir que te follan sujetandote fuerte y sentir como resbala la lefa después por los muslos. Pero no voy a ser exigente con que se me restriegue bien, tengo suficiente. Luego está Rubén que debe tener un buen rabo y le gusta que se lo pongan. Está mañana cuando se lo he cogido pintaba muy bien en tamaño y dureza. Ojalá descapullase. A ver si este curso nos hacemos unas gayolas. El nuevo este Nicolás que dice que ya se ha hecho pajotes con los amigos, seguro que ha tocado mármol caliente. Si reconoce pajas entre colegas seguro que ha tragado algo más. Habrá que tantearlo. Quizá..., ¡ojalá! y el gilipollas de Martín con tanto despotricar de los maricones, me parece a mí que va a ser el primero en caer con Clint, que por cierto esa cabeza roja con ese bozo rojizo en la cara y la tez tan blanca, joder, se me pone dura imaginando como tendrá su bosque dorado, más bien bosque en llamas. Una buena polla escocesa sería digno colofón. Habrá que estar atento a las duchas del gimnasio y si voy a ser su sombra espero que me sorprenda algún día en los váteres del patio trasero. Me cago en la puta, este escoces me mira con ganas, este quiere, seguro..., y yo también, joder.

- Are there many gays here?
- No sé, tío. Aquí la gente no tiene los cojones que tú y el que es gay se lo calla.
Clint detuvo en su marcha a Pedro, le cogió con firmeza por los hombros le giró hacia él y le puso cara entre de extrañeza, interrogación y explicaciones. Pedro sin saber bien porqué extraños mecanismos experimentó una erección explosiva. La expresión de Clinton le dejó a los pies de los caballos del amor. Se rindió ante su reclamación de traducción y solo supo coger los antebrazos de Clint con sus manos en actitud de rendición y pidió perdón.
- Sorry. Here people are not so brave and those who are, keep quiet about it. I'm sorry, once again.
Clint sonrió de forma abierta enseñando una fila de dientes blancos con las paletas ligeramente montadas que le daban un aire de malote que terminó por rendir a Pedro. La intensidad azul de sus ojos trepanó la cabeza de Pedro a través de sus ojos y éste ya solo supo abandonarse y en ese momento sintió la voz de Don Jacinto que giraba por una esquina del corredor.
- Ya veo que se van conociendo. How is this scoundrel behaving?
Y al tiempo que el director hacia la pregunta sobre el comportamiento de Pedro le colocó la mano ardiendo sobre su nuca y se le acercó por la espalda para encarar a Clint.
¡Hostias, hostias, hostias! Es él. Esa forma de acariciarme casi imperceptiblemente la nuca con esa mano tan caliente y la manera de rozarme por la espalda. Él me folló el año pasado. ¡Quiero que lo haga más veces! 
- Director, me porto bien con él, solo que a veces le hablo en mi idioma, pero enseguida traduzco.
- He's a good boy, sir, and I think we're going to be very good friends.
- Muchas gracias Clint. ¡Oh! I'm sorry. Thank's.
- Bueno, os dejo. ¿Donde ibais, Le vas a enseñar ya los servicios del patio trasero? Vaya prisa que tienes Pedrito. En diez minutos tenéis clase. No os retraséis. Ah, y después de la comida quiero vuestro cuarto en perfecto orden de revista. Díselo a los demás.
Con la última frase D. Jacinto apretó con fuerza la nuca de Pedro y ya no le cupo duda que fue él quien le desvirgó el año anterior.
- What did the director ask you at the end?
- Nada importante. Again! I'm sorry. Nothing important. Some services in the backyard.
- You show me?
- Not now. We have class. ¡Bien!
Entre dientes y apretando los puños, Pedro se felicitó por haber respondido en inglés.

Pasaron las semanas. Clint era muy espabilado y rápidamente se hizo con todo el acervo imprescindible de palabras para hacerse entender, porque lo que era comprender lo que se le decía, el noventa y nueve. Sobre todo se aprendió los tacos, lo que más le gustaba y siempre que soltaba uno con razón o sin ella lo festejaba riendo.
Martín aparte de despectivo y maleducado era huraño y prácticamente no hacía vida en común. Miraba a Clinton sobre todo y a los demás, Nico, Rubén y Pedro como si quisiera descuartizarlos. Rubén tenía como celos de Clint y siempre estaba llamando la atención de Pedro, y Nicolás estaba como extasiado con Rubén. Siempre que podía estaba a su lado, decía que era muy tranquilo y amigable. A Rubén no le molestaba, si bien, Rubén habría preferido estar en el lugar de Clint.
Parecía que Martín estaba ajeno a todo, pero en realidad se fijaba en todo. Y ya se había fijado que Clint tenía revistas gay porno bajo su colchón. Entre éste y el cubre somier. Estaba a mitad de curso ya.
- Pedro, tú tomas mi revista gay bajo cama, joder?
- ¿Que pollas dices, Clint, qué revista?
- Yo tengo fotos gay para yo hacer pajas cuando quiero, pero ya no hay nada gay en cama mía.
- ¿Te haces pajas y no nos avisas? Podemos hacernos unas juntos y lo pasamos mejor.
- Yo mejor paja a ti, pero no es esto. Mi revista no estar.
- ¿Te gustaría hacerme una paja, Clint?
- Si, vale, joder, aunque yo mejor fuck you o polla en boca.
- Venga, vamos a solucionar lo de la revista y luego lo hablamos. Por cierto, ¿cuanto tienes de rabo?
- No sé bien. Revista.
- Vamos a buscar a Nico y Rubén, a ver si saben algo. Joder, Clint, me has puesto cachondo con lo que me has dicho de que te gustaría follarme.
- ¿Tú gay also, Pedro? Que bien hostia.
- Bueno, no cantes victoria, no lo sé. No se lo cuentes a nadie, Clint, pero me han follado una vez el curso pasado y creo que fue el director y no me disgustó, sobre todo cuando me salía después la lefa del culo, eso me encantó. Y además uno de mis peores miedos es que se me cayese la mierda y que va. Yo he seguido cagando normal.
- ¡Revista, coño!
- Mira por ahí vienen Rubén y Nico. Rubén, un momento. Venid. ¿Vosotros qué sabéis de una revista porno que Clint tenía bajo su colchón?
Rubén miró a Nicolás, éste bajó la mirada hasta sus zapatos, Rubén volvió a mirar a Pedro y vuelta a humillar la mirada. Dió un codazo a Nico que se quejó débilmente de la llamada de atención.
- Díselo tú, ya sabes cómo es, no quiero cuentas con ese.
- Pero fuiste tú Nicolás el que lo vio todo. Tú lo tienes que contar.
- ¡Ya está bien de pamplinas! Quiero saber dónde está la revista de Clint, nada más y me lo váis a contar queráis o no.
- Pero no vayáis a decirle a ese salvaje que he sido yo. Me dijo que si decía algo me arrancaba la cabeza.
- Venga Nick, cuenta Pedro y yo que pasa.
- Fue el día, hace una semana, que me quedé en la cama con fiebre. Llegó Martín buscando la ropa de deporte que se había olvidado y tenía gimnasia su grupo. No encontraba los calcetines, estaba nervioso porque no quería llegar tarde y lo empezó a revolver y atropellar todo y en una de esas movió la cama de Clint y apareció una esquina de papel, levantó el colchón y sacó la revista. "¿Tú sabías esto Nicolás? Ésta revista es de maricones" No hacía más que ojearla y ojearla y me lo enseñaba. "Está llena de pollas y tíos follandose el culo de otros tíos. ¿Quieres que te folle, Nico? Estás fotos me están poniendo cachondo" Entonces se la sacó y la tenía dura. "Anda, se bueno y pajearme, que se que tú también eres maricón" Como le dije que no me dijo que era un gilipollas y que si me iba de la lengua me iba a matar. Y se fue con la revista. No he vuelto a saber nada de ella.
- Venga, tío, Nicolás, no lo cuentes a medias, dilo todo, como me lo contaste a mi.
- Me da vergüenza Rubén. Contigo ha sido diferente, te veo más como yo, pero a Pedro y a Clint...
- Cuéntalo tu Rubén, venga ya, que no tenemos todo el día.
- No entiende no contar eso, todo. ¿Que? Hiciste paja, ¿verdad? Cuenta, no malo.
- Vale. Martín no para de mirar y me lo enseñaba a mi. Se sacó la polla y me la acercó a la cara. Me dijo que se la chupase. Yo no quería pero me estaba empalmando de la misma situación. Me destapó y me descubrió como estaba de cachondo y entonces me agarró la polla. "Lo ves Nico, no pasa nada por agarrar un nabo que no es el tuyo, lo ves. Ahora, agarrame el mío, sabes que te gusta. ¡Hazlo!"
- Y se lo cogiste.
- Peor. Me acercó el capullo a la boca. ¡Joder! no se porqué lo hice. Yo solo me había hecho pajas con amigos, pero no somos maricones.
- Venga, qué, ¿te la metió en la boca enterita?
- No sé. Cerré lo ojos, abrí la boca y me la metió. De forma natural empecé a chupar, me sorprendía que no me diera asco, es más ¿a qué negarlo? me excitaba. A Martín también le gustaba porque de tenerme agarrado el rabo con fuerza pasó a acariciarlo arriba y abajo. Me iba a correr, él decía que no parase que ya le venía y a mí me puso más cachondo aún pensar que pudiera correrse en la boca. Y sentí el primer chorreón y con él como yo me corría también. Me echó todo el polvo en la boca al tiempo que me corría y me lo tragué todo. La primera vez en mi vida. Ni soñando hubiera imaginado nada parecido. Cuando acabó Martín me advirtió "Aquí no ha pasado nada. Solo espero que ésto que no ha pasado me lo hagas más veces y la boca calladita. Como se entere alguien te enteras" y ahora ya lo sabéis. Me va a matar.
- Y la revista de Clint.
- Se la llevó, dijo que era mágica, que solo con enseñarmela le había hecho una mamada. La siguiente vez esperaba poder partirme el culo.
- No os preocupéis, ahora que sabemos que pasó, Clint y yo le vamos a apretar las clavijas al Martín ese de los cojones. Seguir con lo vuestro.
- Ustedes cuatro, ¿que hacen aquí en el pasillo charlando? A clase que es donde tienen que estar.
Don Jacinto una vez más nos había pillado. Después de lo que Nicolás nos había contado estaba a punto de estallar las costuras de la bragueta. Me había dado cuenta también que Clint no hacía más que colocarse el paquete. Mi intención era llevar al escocés a los servicios del patio trasero y allí trajinarmelo, pero ahora el director se quedaba en medio del pasillo con los brazos en jarras observando como íbamos a clase, saltarsela era impensable. Sabía que Martín, ese gruñón y pendenciero escondía algo y era que con todo el disimulo que quisiera le gustaba más un rabo que una nuez a una ardilla. Esa misma noche en la habitación todo iba a quedar en claro. Y a ver quién partía el culo a quien.

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